Creer en lo que vendo

Hay una historia sobre un dromedario de edad muy avanzada, que a lo largo de su vida solo se había dedicado a andar por grandes desiertos. Su dueño, que era aún más anciano que el propio dromedario, había estado toda una vida recorriendo mundo junto a él; no solo se trataba de un transporte de carga, tras mil aventuras vividas, sabía perfectamente la valía de su dromedario, pero el pobre anciano tenía que venderlo, pues enfermó y no podía hacerse cargo de él. Entrando en un mercado de venta de animales, el anciano se sentó junto al dromedario con un cartel donde escribió “lo vendo, para quien realmente lo necesite”. La gente, cuando pasaba por su lado, murmuraban: —¿quién va a querer eso?—. Se apenaban del anciano porque nadie iba a querer comprar aquel dromedario tan mayor y lleno de cicatrices.

Pero un hombre se acercó por curiosidad para preguntar el precio y el anciano le preguntó: —¿tú realmente lo necesitas? —, el hombre, sorprendido, y antes de escuchar la cuantía de su valía dijo que no, el anciano lo miró y le contestó: — para ti no vale nada—. Al escuchar la conversación un grupo de hombres que estaban junto al puesto de venta se acercaron y le preguntaron al anciano: —¿por qué tiene tantas cicatrices? El anciano les declaró: —porque ha superado tempestades de arena por grandes desiertos, aun transportando la carga más pesada jamás se ha rendido y siempre me trajo de vuelta a casa—. Ellos , sorprendidos, le ofrecieron una fortuna por el viejo dromedario, el anciano mirando a los ojos a aquellos hombres les dijo: —cuando os canséis de él si yo aún vivo me gustaría recuperarlo, solo con esa condición será vuestro… Ésta es una parábola donde se nos muestra que al vender cualquier idea, proyecto o producto tenemos que creer en él y saber a quién le va a encajar, es como un puzle que queremos completar para apreciar la imagen final, pero en el que no vale cualquier pieza. Un vendedor o comercial, como queramos llamarlo, es un escaparate parlante y si no cree en lo que tiene no podrá vender nada. Las sensaciones se perciben por actitudes: un talante convencido de lo que expone en una venta segura.