¿Sabías que el 80% de la información que percibimos a diario entra al cerebro humano a través de los ojos? Por tanto, a la hora de comunicar, las imágenes, formas, colores y diseños son tan importantes o más que las letras.
La identidad visual son todos los signos y elementos por los que se consigue una identificación visual única y universal de una marca. El imagotipo es uno de los elementos que conforma esta identidad visual corporativa. Conocido por casi todo el mundo erróneamente como “logotipo”, es la unión del logotipo (palabra) e isotipo (símbolo).
Aunque muchos empresarios creen que es un detalle sin importancia, toda empresa necesita un imagotipo que la identifique gráficamente ante sus competidores, los clientes, los usuarios o el público objetivo, entre otros.
El imagotipo es, por tanto, uno de los elementos más importantes de la una empresa, es a la empresa lo que la firma a una persona. Es el elemento diferenciador que refleja los valores corporativos. Un buen imagotipo debe ser claro y directo, fácilmente legible y aplicable a distintos formatos (desde una web hasta una tarjeta de visita), cumpliendo estos requisitos aportará a la empresa una imagen identitaria fuerte y coherente.
El diseño del imagotipo, en conclusión, no es una simple expresión artística sino que tiene un sentido y una misión.
La identidad visual: el secreto para vivir más de 100 años
La empresa alemana AEG fue la precursora en el año 1908 de lo que hoy llamamos Identidad Visual Corporativa. Su director general Emil Rathenau se dio cuenta de lo importante que era que toda la empresa respondiera a una misma identidad visual acorde al espíritu corporativo. Contrató entonces al sociólogo Neurath y al artista y diseñador industrial Behrens, que realizaron un diseño unificado de las oficinas, edificios, folletos y anuncios de la empresa, pasando del diseño de signos individuales, al diseño de sistemas de signos, o programas de identidad visual corporativa.
Fue en aquel momento cuando por primera vez se pensó más en la imagen de la empresa que en el producto. El resto del mundo aplicó esta idea 50 años más tarde y hoy a ninguna compañía se le ocurre actuar sin un concepto corporativo bien desarrollado. Para AEG, la identidad corporativa ha sido su secreto para vivir más de 100 años.